El Arca de Noé de las higueras de Ibiza

La finca que gestiona el GEN -organización no gubernamental fundada en 1982 por un grupo de personas amantes de la naturaleza y preocupadas por su destrucción- en la localidad ibicenca de Sant Joan, es el escenario del primer banco de higueras de las Baleares, un lugar donde se han plantado dos ejemplares de cada una de las 20 variedades autóctonas de este árbol para garantizar su supervivencia en el futuro.
Del mismo modo que el Noé bíblico reunió en su arca a una pareja de todos los animales de la Tierra para salvarlos del Diluvio, así también el GEN ha reunido en su finca de Can Toni d´en Jaume Negre un par de ejemplares de cada una de las 20 variedades de higuera que se conservan en las islas Baleares. El objetivo de esta iniciativa es poner a salvo un patrimonio agrícola antes de que empiece a desaparecer, pues numerosas variedades que sobrevivieron durante siglos en las islas están extinguiéndose en la actualidad, víctimas del abandono del campo y del divorcio entre la sociedad y el medio natural.
El responsable de la finca que el GEN gestiona en régimen de custodia, Mariano Marí, ha sido el impulsor de un proyecto que empezó con una investigación sobre las variedades que actualmente se encuentran en Ibiza y Formentera, su localización y el estado de los árboles. Acto seguido, se procedió a recopilar esquejes procedentes de árboles sanos de cada variedad y a plantarlos, a partir de febrero de 2013, en la finca, en un recinto donde cada una de las higueras está señalizada con su nombre en una teja clavada en el suelo. En 2014 se hizo una segunda siembra, completando el repertorio de este banco de árboles.
De este modo, los higos oriola, bordissot, albocor, julia, verdal o alcúdia, entre otras, hasta totalizar veinte clases, están ya creciendo en esta finca y dentro de poco darán ya sus frutos y estarán incluso en condiciones de proporcionar ramas para, a su vez, plantarlas y que den nuevos árboles.
«Plantar una higuera es fácil. Basta coger una rama de dos o tres años y plantarla en un hoyo profundo, de un metro de profundidad y de lado. No tardan más de cuatro años en dar los primeros higos», señala Mariano Marí.
En realidad, el número de variedades que crecen en Ibiza es de 19, aunque la número 20 incluida en el recinto del GEN procede de Formentera. Se trata de la cameta, que fue obtenida en una finca de Ses Clotades, en Formentera.
Una de las personas que también interviene de forma decisiva en este proyecto es el experto en todo lo relacionado con el mundo rural balear, Vicent Marí, Palermet. Según afirma, no se tiene conocimiento de que en las últimas décadas se haya extinguido ninguna variedad de esta especie en Ibiza, si bien su explotación prácticamente se ha abandonado, hasta el punto de que, habiendo tantas higueras en la isla, prácticamente todos los higos secos que se venden en supermercados y tiendas de ultramarinos de Ibiza proceden de Turquía.
Vicent Marí afirma que las más abundantes en toda la isla son la albocor, la oriola, la verdal y la blanca. En cambio, las más minoritarias son la blanca hivernesca, la alcudia, la blanca coa y la lloral. Sin embargo, el motivo por el que estas últimas tienen una presencia testimonial no es ningún misterio: «Su calidad no es ninguna maravilla», afirma Palermet, quien señala que, precisamente, las más sabrosas son las más abundantes y por ello se sembraban en mayor cantidad. «Las tres reinas son la oriola, la verdal y la blanca», destaca.
La madera de la higuera
Palermet recuerda que, aparte del consumo humano, los higos han tenido en Ibiza usos en diversos ámbitos del mundo tradicional. Aparte de elaborar higos secos y xereques (que se hacen con figa flor, que salen a finales de junio y las dan las variedades albocor, rojal y porral), también se emplea la madera de su tronco. Concretamente, la que más se usa es la madera de la martinenca, que por su ligereza y robustez se empleaba para construir ataúdes, bancos o tornos para sacar los llaüts del mar, explica Vicent Marí.
Como curiosidad, explica que entre todas las variedades existentes en Ibiza, la más resistente al abandono es la julia, «pues cuando se abandona un figueral, las que más aguantan sin morir son las julia». En todo caso, la higuera es un árbol «muy resistente» en general, puesto que «este verano ha habido una sequía bastante importante en el campo y las higueras ni se han enterado; tienen una facilidad de adaptación al ambiente tremenda», señala.
El objetivo de este banco de higueras es, según Mariano Marí, «fomentar la biodiversidad y la agricultura ecológica, además de dar prioridad al trabajo con razas autóctonas y las variedades locales, así como la educación ambiental y la formación profesional». Pero la finca de Can Toni d´en Jaume Negre quiere convertirse en el futuro «en un foco de distribución de higueras entre las fincas que estén interesadas», señala Marí. Deberá esperarse unos años, puesto que «si se pidieran muchas ramas de los ejemplares que tenemos ahora plantados, nos quedaríamos sin higueras enseguida», señaló.
Pero el GEN, en vista del buen resultado que está cosechando, ya tiene sus ojos puestos en otras especies para crear más bancos de variedades. En concreto, el olivo ya tiene un proyecto muy avanzado, y luego seguirán el almendro y la vid. El propósito es evitar la desaparición de un patrimonio agrícola y también cultural cada vez más sumido en el abandono.
Texto: Joan Lluís Ferrer
Ilustración: Neus Prats
Fuente: Diario de Ibiza